Es el primer arsenal en el que se construyen dos diques secos, situados en el lado norte de la dársena: uno para baxeles de mayor porte y otro para los de menor desplazamiento.
El arsenal de Cartagena es uno de los elementos más valiosos del patrimonio industrial español existentes en la Región de Murcia. Junto con el de Ferrol y el de la Carraca en Cádiz es un magnífico ejemplo de la mentalidad ilustrada que concibe el proceso de construcción y reparación de buques como elemento de un todo en el que se enmarcan las obras públicas necesarias para ubicar el arsenal innovadoras y desproporcionadas para los medios de la época, como el desvío de la Rambla de Benipila ; la reurbanización de la ciudad de Cartagena colindante con el Arsenal; las instalaciones sanitarias y penales indispensables para atender a los contingentes humanos que debían participar en la construcción y mantenimiento de la instalación y en las actividades relacionadas con la misma Marinería; vigilantes de las instalaciones; esclavos; el diseño del sistema de protección militar que debía asegurar la seguridad de la rada donde se instala el arsenal; el diseño de diques secos; el diseño de edificios, diques, muelles de atraque, talleres y otras instalaciones que configuraban el propio Arsenal; y por supuesto la revisión de los procedimientos industriales de construcción de buques mediante un proceso de investigación aplicada que permite resolver los enormes problemas técnicos que se van presentando a lo largo de la construcción del Arsenal Uno de los elementos utilizados para la resolución del problema del achique del agua en los diques de Feringán fue precisamente la máquina de vapor, en una de sus primeras aplicaciones en España . En el Arsenal de Cartagena se consigue además acumular experiencia de la que se benefician desde los proyectistas y constructores hasta la maestranza y los suministradores. El buque pasa toda su vida ligado al Arsenal en donde se pertrecha, repara arma y desarma en función de las necesidades del momento. Comenzaron las obras del arsenal de Cartagena en 1731 al desviar la rambla de Benipila. La dársena que quedó se cimentó en seco y en 1739 dio comienzo la construcción de los muelles. El impulso definitivo lo dio el marques de la Ensenada en 1749, aportando los planos de Sebastián de Feringán, pero interviniendo Jorge Juan en las obras, a quien se le debe la construcción de los dos diques secos, los primeros que hubo en el Mediterráneo, y la bomba de achique para ellos. Las obras finalizaron en 1782. En las instalaciones se podía construir casi cualquier tipo de buques, excepción hecha de los grandes navíos de tres puentes por problemas de calado en las botaduras. Además, desde la entrada en servicio de los diques de carenar, se efectuaba esta operación de una manera mucho más segura, consiguiendo que la estructura del buque sufra mucho menos que en el procedimiento tradicional de carenado a la tumba. Estas mejoras redundan en una mayor disponibilidad de unidades y un sensible incremento de la vida media de los buques que, en el caso de los navíos, pasa de unos diez años a mediados del siglo XIX a casi treinta en el último tercio del mismo. Los diques de carenar entraron en servicio en 1759 cuando el 17 de noviembre el Septentrión se convirtió en el primer buque carenado en seco en España. Los primeros buques se botan en abril de 1750.
