El Matadero Municipal es una de las propuestas más notables de la arquitectura industrial riojana contemporánea. En 1997 fue transformado en Casa de las Ciencias por los arquitectos Antonio Sierra, Javier Bonet y María Dolores Cervantes.
Para su ubicación se escogió un solar municipal de forma rectangular en la zona norte del municipio por estar junto al río Ebro en su margen derecha, cuestión muy decisiva para así facilitar la evacuación de las aguas sucias del matadero, y por la cercanía al puente de hierro, cosa muy importante de cara a facilitar el transporte de la carne. El puente de hierro constituye un elegante ejercicio del ingeniero Fermín Manso de Zuñiga de 1882 del tipo de viga recta, construido por la compañía La Maquinaria Terrestre y Marítima de Barcelona. De acuerdo a la condicionante de la parcela, el arquitecto Luis Barrón ordenó un edificio apaisado de fuerte impacto escenográfico un icono que domina el perfil de la ciudad caracterizado por su armónica simetría de acuerdo a los modelos clasicistas. Se organiza con tres cuerpos: uno central cuadrado de fuerte verticalidad, que cuenta con tres alturas y se remata con un templete, y dos laterales dobles alargados caracterizados por su acusada horizontalidad. Los laterales son dobles porque unos se disponen en la fachada al río y los otros hacia la calle Ebro, solución con la que a la vez conseguía salvar la diferencia de cotas entre las fachadas al río y a la calle Ebro. Este contraste entre verticalidad y horizontalidad, lo utilizo como fórmula para aligerar la masividad del proyecto. En el Matadero Municipal la nota descollante se encontraba en la espectacular estructura metálica de acero bessemer del cuerpo central, una sobresaliente propuesta de arquitectura del hierro, de la que se ha perdido la del interior, salvo la correspondiente a la cubierta, que se remata con un lucernario para así posibilitar una espectacular luz cenital. Esta solución constructiva facilitó igualmente la apertura de unos ventanales de gran formato, de las que hay que subrayar los circulares del segundo piso que llevan unas rejerías de elegante diseño ecléctico. Al exterior envolvió esa moderna estructura con un lenguaje ecléctico contenido, ajustado a la funcionalidad del armazón metálico. Las alas laterales abiertas al río las resolvió de acuerdo al modelo de los pabellones industriales, en consonancia con la funcionalidad requerida por el uso del matadero. En cambio, las dispuestas hacia la calle las entendió con un lenguaje ecléctico enfático y representativo para así responder a la monumentalidad exigida en los edificios públicos. Se manifiesta esa monumentalidad enfática en los siguientes recursos: piedra de sillería en esquinales y recercos de huecos, pilastras corintias, frontón con el escudo de la ciudad, entablamento etc. El programa del matadero se concentraba en la planta baja, y disponía de una altura más hacia la calle Ebro para ubicar dos viviendas, laboratorios y diversas instalaciones. En 1997 se convocó un concurso para transformarlo en Casa de la Ciencias, que lo ganaron los arquitectos Antonio Sierra, Javier Bonet y Lole Cervantes. Esta actuación fue respetuosa con el edificio, salvo en lo referente al cuerpo central por la alteración de su armazón.
Horario de Invierno: Martes a Viernes: 9:30 a 13:30 h. y 17:00 a 19:30 h. Sábados, Domingos y Festivos: 11:00 a 14:00 h. y 17:00 a 20:30 h. Horario de Verano: Martes a Domingo: 11:00 a 14:00 h. y 17:00 a 20:30 h. Cerrado: Todos los Lunes; 1 y 6 de enero y 25 de Diciembre.