PATRIMONIO INDUSTRIAL

100 ELEMENTOS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

Salto y central hidroeléctrica de Grandas de Salime

La titánica obra constructiva de Salto y la Central Hidroeléctrica de Grandas de Salime constituye uno de los mejores y más monumentales exponentes del patrimonio industrial del agua de Asturias.

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Descripción

Los orígenes de la construcción del Salto de Salime hay que buscarlos en el acuerdo que toman las empresas Electra de Viesgo, S. A. e Hidroeléctrica del Cantábrico, S. A., dedicadas a la producción de energía eléctrica. Éstas deciden, en noviembre de 1945, proceder conjuntamente al aprovechamiento del tramo superior del río Navia. En régimen de comunidad de bienes, las dos empresas promotoras constituyen la sociedad denominada Saltos del Navia en Comunidad respaldada por el Banco Urquijo, y participando ambas al cincuenta por ciento en inversiones y reparto de producción. Se iniciaban a partir de esta fecha los trabajos de construcción de la Central de Salime que fue oficialmente inaugurada el 24 de Agosto de 1955. Considerada una obra de absoluta prioridad nacional, se estimó en su momento indispensable en aras de mejorar, con su aportación, el suministro de energía a las zonas de Galicia, Asturias y Santander, sobre las que fundamentalmente se extendía el mercado propio de las dos empresas promotoras.

Su diseño corrió a cargo de un equipo de Ingenieros de Hidroeléctrica del Cantábrico, así como del arquitecto Joaquín Vaquero Palacios, en colaboración con su hijo, Joaquín Vaquero Turcios, a cuya autoría se debe una serie de trabajos de integración de arte. De tal modo, ésta constituye la primera obra de la serie de centrales en las que los Vaquero intervendrán, más adelante, para Hidroeléctrica del Cantábrico. El polifacético artista ovetense Vaquero Palacios se incorpora a la obra cuando la construcción ya estaba avanzada para llevar a cabo un conjunto de intervenciones muy significativas, que abarcan los dominios de la arquitectura, la escultura, la pintura y el diseño de interiores, dando como resultado un testimonio muy notorio de una de las vocaciones más evidentes del artista: la de la integración o simbiosis de las artes y la de la aspiración a la obra de arte total. Su trabajo en la monumental obra de Salime responderá a una revalorización del orden industrial, pero también a una complacencia en las tecnologías de la industria. Una sabía combinación de lo estético y lo utilitario, así como una conjugación de los fines prácticos, económicos y armónicos, en aras de una revitalización del arte, la arquitectura y la ingeniería.

La construcción del Salto y la Central Hidroeléctrica de Grandas de Salime trajo consigo, entre otros fenómenos, la proletarización de un gran número de campesinos de la zona, en particular, del Concejo de Grandas. Éstos fueron empleados como mano de obra no cualificada y barata, mientras se prolongó la construcción, y a ellos se unió personal cualificado procedente de diversas zonas del país. Para hacer frente al alojamiento de los asalariados se calcula que entre fijas e itinerantes habrían llegado a trabajar unas tres mil personas que venían acompañadas por sus familias y construyeron cuatro poblados. Se trata de Vistalegre, El Campín del Segundo Plano, Eritaña y La Paincega y constituyen un interesante ejemplo de espacios de habitación vinculados a la cultura del agua. Revisten asímismo interés las obras de infraestructura que fueron llevadas a cabo con motivo de la construcción del Salto: planos inclinados, carreteras, túneles y, en particular, el teleférico trocable para transporte de materiales, con ocho estaciones, que culminaba en El Espín Coaña, en la margen izquierda de la ría del Navia, donde fue construido un muelle de descarga de los barcos, cuyas huellas pueden observarse en la actualidad.