La empresa conserva un interesante patrimonio cultural perceptible en sus históricas instalaciones fabriles y el entramado urbanístico que generó.
Esta firma es una de las más importantes del sector siderometalúrgico en Gipuzkoa. El alma mater de la misma fue Patricio Echeverria que tras unos primeros años de ensayos a principios del siglo XX, en 1907 inició la construcción de la fábrica en el que sería su emplazamiento definitivo. De 1908 data la fundación de la fábrica de herramientas, destinadas a la agricultura, minería y diferentes oficios como la carpintería y cantería. A partir de 1919 el empresario siguió en solitario. En 1931 la empresa inició la fabricación de acero y la laminación , produciendo una amplia gama de aceros finos, al carbón y aleados. En 1992, y atendiendo a sus distintas actividades, la empresa fue dividida en varias firmas, algunas de las cuales continúan en activo. Esta empresa se ubicó en el fondo del valle en los escasos terrenos llanos que cuenta Legazpi, entre el ferrocarril del Norte y la carretera que une Zumarraga con Oñati, llegando a alcanzar una superficie de dos kilómetros de largo al inicio del casco urbano de Legazpi a los dos lados de la carretera. El avance de esta industria supuso la progresiva sustitución del espacio rural, espacio que contaba con la presencia de diversos elementos tradicionales como caseríos, ferrerías etc. Los pabellones y naves de la empresa se disponen enfrentando sus fachadas a lo largo de un circuito de calles recorridas en el pasado por vías férreas de doble ancho. El núcleo original, todavía presente estaba formado por el Atxurtegi, y el edificio de Almacen y oficinas. Posteriormente se levantaron los edificios de acabado de herramientas, la Central eléctrica y la calderería. Todos estos edificios responden a un modelo fabril con amplios espacios construidos sobre estructura bien metálica o bien de hormigón . Presentan cubierta a dos aguas y cerchado metálico. El conjunto presenta un marcado carácter funcional si bien no se renunció del todo a asignar elementos decorativos que prestaran señas de identidad de unidad a algunos de los edificios. En su crecimiento hacia el Norte a partir de la década de los años 60 y 70 se optó por un nuevo lenguaje constructivo, espacios amplios, imprimiendo a los materiales una nueva concepción logrando edificios de diferentes perspectivas: edificios de bóveda de medio cañón y cerramientos de ladrillo visto. Además de los edificios industriales propiamente dicho, la empresa desarrolló un verdadero plan urbanístico dentro de sus instalaciones, creando un ente unitario que incluso hoy en día es plenamente identificable: vivienda para sus trabajadores en los barrios de San Ignacio, Aranzazu, San Juan, pensión para trabajadores solteros, Hogar Asilo Santa Cruz, Colegio Buen Pastor, Colegio Santa Teresa. Los edificios de pisos quedaban destinados para la población trabajadora.
La fábrica continúa en activo. No es visitable.
